viernes, 4 de noviembre de 2011

IN ICTU OCULI


Desde que estudié por primera vez la pintura barroca española en la asignatura de Historia del Arte en el Quinto de Bachiller de aquellos años, ya muy lejanos, de mi adolescencia, uno de mis cuadros preferidos es “In ictu oculi “ de Juan Valdés Leal. Puede resultar extraño que a tan temprana edad prefiriera esta obra a otras menos trágicas  como Las Meninas de Diego Velázquez  o Agnus Dei de Francisco de Zurbarán. Tal vez, el Romanticismo que en aquellos años descubrí en las clases de Literatura tenga algo que ver. Aún recuerdo la primera vez que oí pronunciar a un admirado compañero de clase, siempre vestido de negro, la palabra “decimonónico”. Eran tiempos en los que me acompañaban las poesías de Bécquer y un cierto pesimismo vital, sólo conocido por la personas más allegadas a mí, empezaba a inundar mis pensamientos.  La elección no podía ser otra.


In ictu oculi de Juan Valdés Leal, 1672. Hospital de la Caridad (Sevilla). Óleo sobre lienzo  (220 x 216)






En Diciembre de 2010 fuimos toda la familia a Sevilla. Era mi primera visita a la ciudad que huele a azahar. No pudimos disfrutar de nuestra estancia por las fuertes lluvias de aquellos días. Pero, ello no nos impidió visitar el Hospital de la Santa Caridad para poder contemplar las dos obras más conocidas de Valdés Leal: “In Ictu Oculi” ( "En un abrir y cerrar de ojos" ) y Finis Gloriae Mundi” ("Final de las glorias terrenales").


Patios del Hospital de la Caridad, Sevilla


La Iglesia del Hospital fue construida en las Atarazanas Reales  entre 1647 y 1670  por el arquitecto Pedro Sánchez Falconete a instancias de la Hermandad y Cofradía de la Santa Caridad que se había  fundado a mediados del siglo XV con la finalidad de asistir a los enfermos abandonados y enterrar a los ahogados en el río y a los ajusticiados. Las tres grandes salas del hospital se construyeron aprovechando las naves de las Atarazanas Reales de Sevilla que se habían construido en época de Alfonso X.

El Hospital de la Caridad está unido a la figura de Miguel Mañara que,  elegido como hermano mayor en 1663, se convirtió en el principal impulsor del proyecto y agilizó las obras del templo. Los planos de la Iglesia fueron reformados por iniciativa de propio Mañara. La fachada fue rematada por Leonardo de Figueroa.

La decoración interior de la iglesia fue programada por el propio Miguel de Mañara, y en ella intervinieron artistas tan prestigiosos como Murillo, Valdés Leal, Pedro Roldán y Bernardo Simón de Pineda que plasmaron la inspiración de Mañara acerca de la caridad cristiana. En la entrada, a los pies del templo,  se encuentran las  dos obras mencionadas de Valdés Leal.

En los primeros capítulos del Discurso de la verdad, escrito por Miguel de Mañara en 1679, podemos leer una serie de párrafos estrechamente relacionados con la obras de Valdés Leal.

“Memento homo... Recuerda hombre que polvo eres y en polvo te convertirás. Es la primera verdad que ha de reinar en vuestros corazones: polvo y ceniza, corrupción y gusanos, sepulcro y olvido. Todo se acaba: hoy somos, y mañana no aparecemos; hoy faltamos a los ojos de las gentes; mañana somos borrados de los corazones de los hombres…”

"¿Qué importa, hermano, que seas grande en el mundo, si la muerte te ha de hacer igual con los pequeños? Llega a un osario que está lleno de huesos de difuntos; distingue entre ellos el rico del pobre, el sabio del necio, y el chico del grande; todos son huesos, todos calaveras, todos guardan una igual figura. La señora que ocupa las telas y brocados en sus estrados, cuya cabeza era adornada de diamantes, acompaña las calaveras de los mendigos. Las cabezas que vestían penachos de plumas en las fiestas y saraos de las Cortes acompañan las calaveras que traían caperuzas en los campos. ¡Oh justicia de Dios, cómo igualas con la muerte a la desigualdad de la vida! ¿Qué cosa hay tan horrible como el hombre muerto? Fantasma a la ilusión de quien lo conocía, horror a los ojos de quien lo amaba. ¡Oh instante, que mudas las cosas! ¡Oh instante del ser al no ser! ¡Oh instante, puerta de los siglos! ¡Oh instante en que todo se acierta o todo se acaba! ¡Oh instante, en que ninguno dirá «yo te pasaré seguro»! Porque ninguno sabe si es hijo de tu ira o de amor. ¡Oh instante, el que te perdió una vez no te hallará más, mientras Dios fuere Dios! Para siempre, para siempre, sin término ni fin."


Finis gloriae mundi de Juan Valdés Leal, 1672. Hospital de la Caridad (Sevilla). Óleo sobre lienzo (220 x 216)

Ambas obras simbolizan la brevedad de la vida, la efimeridad de los placeres terrenales. La muerte iguala a todos,  a los poderosos (reyes, obispos, caballeros…) con los más pobres. 




El tema de los cuadros está relacionado con  la vanitas, término latino que designa una tipo de bodegón de alto valor simbólico. Está relacionado con un pasaje del Eclesiastés: «Vanitas vanitatum omnia vanitas» («Vanidad de vanidades, todo es vanidad»). El mensaje que nos quiere comunicar es la inutilidad de los placeres mundanos y de los bienes terrenales frente a la certeza de la muerte.  En el siglo XVII, estos bodegones moralizantes se hicieron muy frecuentes como memento mori (“Recuerda que has de morir”). Es un género que fue muy apreciado entre los pintores del Norte de Europa, en Flandes y en los Países Bajos, pero también en Francia (Jacques Linard,  Philippe de Champaigne …),  Italia (Francesco Solimena) y España (Antonio de Pereda, Andrés Deleito,  Juan de Valdés Leal…).

Este tipo de mensaje no era exclusivo de los bodegones moralizantes. Recordemos El jardín de las delicias (Museo del Prado), obra del pintor holandés Hieronymus Bosch (El Bosco), realizado entre 1480 y 1490 : (Museo del Prado, Madrid). En la tabla central se describen todo tipo de placeres carnales, pero en la tabla de la derecha se representa la condena eterna en el infierno. Por un momento de placer, el ser humano es condenado eternamente y de forma muy cruel.

















Pero este tipo de imágenes no es sólo cosa del pasado.  “Memento Mori” es el título con el que Juanjo Martínez Cánovas nos introduce en su propuesta plástica.










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