Luego, acostada con Urano, alumbró a Océano de profundas corrientes, a Ceo, a Crío, a Hiperión, a Jápeto, a Tea, a Rea, a Temis, a Mnemósine, a Febe de áurea corona y a la amable Tetis. Después de ellos nació el más joven, Cronos de mente retorcida, el más terrible de los hijos y se llenó de un intenso odio hacia su padre.
Dio a luz además a los Cíclopes de soberbio espíritu, a Brontes, a Estéropes y al violento Arges, que regalaron a Zeus el trueno y le fabricaron el rayo. Éstos en lo demás eran semejantes a los dioses, pero en medio de su frente había un solo ojo. Cíclopes era su nombre por eponimia, ya que, efectivamente, un solo ojo completamente redondo se hallaba en su frente. El vigor, la fuerza y los recursos presidían sus actos.
También de Gea y Urano nacieron otros tres hijos enormes y violentos cuyo nombre no debe pronunciarse: Coto, Briareo y Giges, monstruosos engendros. Cien brazos informes salían agitadamente de sus hombros y a cada uno le nacían cincuenta cabezas de los hombros, sobre robustos miembros. Una fuerza terriblemente poderosa se albergaba en su enorme cuerpo.
Pues bien, cuantos nacieron de Gea y Urano, los hijos más terribles, estaban irritados con su padre desde siempre. Y cada vez que alguno de ellos estaba a punto de nacer, Urano los retenía a todos ocultos en el seno de Gea sin dejarles salir a la luz y se gozaba cínicamente con su malvada acción.
La monstruosa Gea, a punto de reventar, se quejaba en su interior y urdió una cruel artimaña. Produciendo al punto un tipo de brillante acero, forjó una enorme hoz y luego explicó el plan a sus hijos. Armada de valor dijo afligida en su corazón: "¡Hijos míos y de soberbio padre! Si queréis seguir mis instrucciones, podremos vengar el cruel ultraje de vuestro padre; pues él fue el primero en maquinar odiosas acciones."
Así habló y lógicamente un temor los dominó a todos y ninguno de ellos se atrevió a hablar. Mas el poderoso Cronos, de mente retorcida, armado de valor, al punto respondió con estas palabras a su prudente madre: "Madre, yo podría, lo prometo, realizar dicha empresa, ya que no siento piedad por nuestro abominable padre; pues él fue el primero en maquinar odiosas acciones."
Así habló. La monstruosa Gea se alegró mucho en su corazón y le apostó secretamente en emboscada. Puso en sus manos una hoz de agudos dientes y disimuló perfectamente la trampa.
Vino el poderoso Urano conduciendo la noche, se echó sobre la tierra ansioso de amor y se extendió por todas partes. El hijo, saliendo de su escondite, logró alcanzarle con la mano izquierda, empuñó con la derecha la prodigiosa hoz, enorme y de afilados diente, y apresuradamente segó los genitales de su padre y luego los arrojó a la ventura por detrás.
No en vano escaparon aquéllos de su mano. pues cuantas gotas de sangre salpicaron, todas las recogió Gea. Y al completarse un año, dio a luz a las poderosas Erinias, a los altos Gigantes de resplandecientes armas, que sostienen en su mano largas lanzas, y a las Ninfas que se llaman Melias sobre la tierra ilimitada.
En cuanto a los genitales, desde el preciso instante en que los cercenó con el acero y los arrojó lejos del continente en el tempestuoso ponto, fueron luego llevados por el piélago durante mucho tiempo. A su alrededor surgía del miembro inmortal una blanca espuma y en medio de ella nació una doncella. Primero navegó hacia la divina Citera y desde allí se dirigió a Chipre rodeada de corrientes.
Hesíodo, Teogonía 133 ss.
(trad. A. Pérez Jiménez – A. Martínez Díez, Madrid, Gredos, 2000)
La doncella en cuestión era Afrodita (Venus); pero en esta entrada, a diferencia de lo que en su día hizo Paris, no es la elegida. Esta entrada esta dedicada a las Erinias. No obstante, no me resisto a presentaros algunas obras relacionadas con la Diosa de la Belleza y del Amor, entre otras cosas.
Nacimiento de Venus de Adolphe William Bouguereau, 1879 Óleo sobre lienzo (3,00 x 1,25 m.). Museo de Orsay, París |
El nacimiento de Venus de Sandro Botticelli, 1484 Temple sobre tabla, 1,72 x 2,78 m. Galería de los Uffici, Florencia |
Peter Paul Rubens trató el tema mitológico del juicio de Paris al menos en tres de sus obras, Las dos primeras, realizadas en 1625 y 1636, se exponen en la National Gallery de Londres; la tercera, realizada en torno al año 1639, se conserva en el Museo del Prado de Madrid.
El juicio de Paris de Peter Paul Rubens, 1623 Óleo sobre lienso (1,39 x 1,74 m.) National Gallery, London |
Juicio de Paris de Peter Paul Rubens, 1636 Óleo sobre lienzo (1,45 x 1,94 m.) National Gallery, London |
El juicio de Paris de Peter Paul Rubens (1638-1639) Óleo sobre lienzo (1,99 x 3,79 m.) Museo del Prado, Madrid Puedes consultar la página oficial del Museo del Prado y ver un sencillo y pedagógico vídeo |
Según HesíodoErinias son hijas de la sangre derramada por Urano sobre Gea cuando su hijo Crono le castró. Por el hecho de nacer de la tierra, se trata de divinidades ctónicas (del griego
χθόνιος khthónios,
"pertenecientes a la tierra"), relacionadas con el inframundo. También se les denomina telúricas (del latín
tellus ,
"tierra").
Otras versiones afirman que las Erinias eran hijas de:
· la Madre Tierra y la Oscuridad
· de Cronos y Eurínoma
· de Hades y Perséfone
Según Virgilio, inspirándose probablemente en una fuente alejandrina, eran tres:
- Alecto (Άληκτώ, ‘implacable’), que castiga los delitos morales.
- Megera (Μεγαιρα, ‘seductora’), que castiga los delitos de infidelidad.
- Tisífone (Τισιφονη, ‘vengadora del asesinato’), que castiga los delitos de sangre.
Epiménides las hacía hermanas de las Moiras, hijas de Crono y Eurínome; Esquilo, hijas de Nix, la Noche; y Sófocles, hijas de Gea y Skotos, las Tinieblas. En la tradición órfica, eran hijas de Hades y Perséfone.
Las Erinias (del griego ἐρίνειν, que significa perseguir) eran en la mitología griega las personificaciones femeninas de la venganza que perseguían a los culpables de ciertos crímenes. De aspecto horrible, tomaban la apariencia de mujeres con vestidos negros y rojos y cabello de serpiente; tenían un látigo y una antorcha con lo que perseguían a su víctima; en algunas ocasiones se las representaba con alas y el cuerpo de perro. En la mitología romana eran conocidas como Furias (del latín furiae que significa terrible). Su persecución era tan implacable que llegaba a enloquecer a los culpables que llegaban a suicidarse. Las Erinias también eran las encargadas de cuidar la entrada al Tártaro, la región más profunda del Hades, el abismo de los infiernos donde los criminales expiaban sus culpas.
Las Erinias o Furias también eran nombradas Eumenidas (Εύμενίδες ) o “las benévolas”. Este nombre se utilizaba para evitar su ira cuando se pronunciaba su verdadero nombre, por este motivo se les denominaba las innombrables. Según la tradición, el término Eumenidas fue utilizado por primera vez tras la absolución de Orestes por el Areópago. Recordemos que Orestes es perseguido por las Erinias porque había matado a su madre Clitemnestra y al amante de èsta, Egisto en venganza por la muerte de su padre, Agamenon. Las Erinias perseguían fundamentalmente a aquellos que habían matado a una persona de su propia familia. Esquilo, considerado el padre de la tragedia griega, escribió "La Orestíada”, trilogía formada por las obras “Agamenón”, “Las Coéforas” y “Las Euménides”.
Orestes matando a Clitemnestra y Egisto de Bernardino Mei, 1654 Palazzo Salimbeni, Siena |
Orestes perseguido por las Furias de Adolphe William Bouguereau, 1862; Museo Chrysller de Norfolk, Estados Unidos. |
También se les denominaba Semmai (“las venerables”), Potnias (“las horribles”) y Praxídiceas (“ejecutoras de leyes”).
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